YUCCIES


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El sociólogo francés Michel Maffesoli utilizó en los años 80 el término “tribu urbana” para definir a “aquellos que proponen rompimientos cíclicos de esencias o de hábitos”. Desde entonces, algo ha cambiado, y es que la frecuencia entre la aparición de una u otra tribu es inmediata. “Ya no se trata de definir algo negro o blanco, sino de entender el vaivén en el seno de la vida social, entender el claroscuro de la dinámica social. Es precisamente aquí donde encontramos la referencia a la ambivalencia, a la ambigüedad refiriéndose a la paradoja intrínseca de la vida social en donde uno no se puede dividir de manera tajante, dicotómica, donde siempre existe una ida y vuelta entre un polo y otro, entre una circunstancia y otra venidera”, diría Maffesoli en El tiempo de las tribus.
Lo cierto es que en parecidas -sino iguales- circunstancias no hemos visualizado bien al metrosexual, yuppie o al lumbersexual cuando aparecen los “YUCCIE”. Y os preguntaréis, ¿quién determina esta aparición y nomenclatura? En esta ocasión el término proviene de las siglas en inglés Young Urban Creatives, y surgió hace pocos meses de la mente de un joven periodista americano, que quiso poner nombre a esta nueva tribu social que sigue unos patrones en lo físico y en lo mental. Lo cual no quiere decir que quien siga estos preceptos o coincida con alguno de ellos haya de pertenecer a esta tribu urbana necesariamente.
Si antes el acrónimo de yuppie, hacía referencia a los Young Urban Proffesional por su habitual comportamiento y estilo -joven ejecutivo, atraído por lo material, con ingresos medio altos y con cierta arrogancia-; ahora los yuccie hacen eco de su creatividad. Se los define y entiende como jóvenes que valoran poder vivir de su vocación, tener la posibilidad de elegir, y muchas veces hacen sus recorridos en “zig-zag” tanto en la educación como en el trabajo, priorizando más el aprendizaje y experiencias durante el camino que el llegar a un punto de supuesto “éxito” predeterminado, dispuestos incluso a resignar la ilusión de la estabilidad financiera si esto atenta contra su libertad. Defienden sus valores, se preocupan por la ecología y la sustentabilidad en general. Esperan mayor simetría con las marcas, y valoran disponer de recursos para colaborar con causas que permitan lograr un “mundo mejor”. Además en contraposición a los hipsters, que huían de la ciudad aunque vivieran en ella, los yuccie la convierten en su lugar ideal, creando sus propios huertos y utilizando productos orgánicos.
Así lo expone a Intimately Magazine Mariela Mociulsky, directora socia de Trendsity, empresa en la que realiza investigaciones, destaca y analiza tendencias sociales, culturales y de consumo, que añade: “Los caminos más tradicionales no aseguran el éxito, y además, estos jóvenes dudan de aquel concepto de “éxito”. El status no se deriva ya del acceso al consumo, sino de lo que el individuo puede crear. La noción del status está desplazándose hacia algo menos afectado por la aspiración y más inscripto en la inspiración”.
Ser yuccie también va ligado a la moda. Ante las barbas pobladas, ya sean desaliñadas o cuidadas, estos jóvenes responden cortando(las) por lo sano; ante pieles tatuadas, tatuajes escondidos; y ante ropa vintage, vestimenta más cercana a lo moderno. Además, a todo ello les acompañará un ambiente musical en streaming. Spotify, Soundcloud, Grooveshark o Deezer, serán sus templos para descansar o llegar a momentos de inspiración y creatividad.
Esta paradoja de las nuevas tribus urbanas a la que hacía mención Maffesoli en su obra, es analizada más adelante para comentar que “se encuentra entre la tradición y la modernidad, entre el salvaje y el civilizado, entre la parte “originaria” de las sociedades tradicionales y esa parte progresista de `la racionalidad prometeica´. Esta paradoja es sin duda una marca del cambio y no se la puede asociar apresuradamente con lo ilógico, lo irracional”.
Imagen del Instagram de hahajoel
El fotógrafo y modelo Joel Alexander fue uno de los primeros en declararse seguidor de esta tendencia, haciéndolo público en la red social Twitter, en el mismo momento en que se cortó la barba. Acto seguido, según cuentan, perdió 8.000 seguidores. Que sea exitoso o no, se verá con el tiempo; aunque ha de ser rápido antes de que surja un nuevo concepto que masifique una “identidad propia”, y que la convierta en universal, y en nada. Lo dice Maffesoli: “Si el tribalismo es una tendencia de fondo, es necesario, más allá de una sociología de circunstancias elaborar un pensamiento destinado a perdurar”
Imagen del Instagram de hahajoel
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