La Toscana


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Destino: La Toscana.
Paisajes de una armonía excepcional, ciudades repletas de arte, tierras pobladas de colinas y viñedos que producen algunos de los mejores vinos del mundo, sol y mar, hacen de la región de Toscana un lugar privilegiado que nunca deja indiferente a nadie y su capital, Florencia, que fue la cuna del Renacimiento, ocupa un lugar destacado en la historia del país.
Situada en la zona noroeste del centro peninsular italiano, el pequeño territorio de Toscana cuenta con múltiples lugares de ensueño a lo largo y ancho de toda la región. La mejor época para visitarla es otoño y primavera, empezando el viaje en la ciudad de Florencia, ciudad del arte por excelencia pero también de la cocina más refinada acompañada de los soberbios vinos toscanos. En el centro histórico de la ciudad está localizada la mayor concentración de las principales obras artísticas del mundo lo que puede hacer que sufras del llamado Síndrome de Stendhal ante su visión. Uno de los lugares más importantes, y que resume la historia de la ciudad, es la Piazza della Signoria: diseñada en origen como centro de poder, ha terminado convirtiéndose en un museo de esculturas al aire libre. Al fondo de la plaza nos encontraremos con la Galleria degli Uffizi, que alberga la colección privada de los Medici, una de las más distinguidas muestras de pintura del mundo y donde también podemos visitar el Corridoio Vasariano, construido para poder desplazarse desde el palacio Vecchio al Palacio Pitti, atravesando los Uffizi, sin tener que pisar la calle ni mezclarse con la gente. Tras la visita a la Galleria y antes de continuar, podemos reponer fuerzas en uno de los cafés más antiguos de Florencia, a la vez que disfrutamos de unas vistas inmejorables: se trata del Café Rivoire, situado en la misma Piazza della Signoria.
Tras este descanso, nada mejor que dirigirnos hacia la Piazza del Duomo donde encontraremos la Catedral de Florencia (Santa María de las Flores): su enorme cúpula, (obra de Brunelleschi) y su altísimo Campanile (obra de Giotto), dominan la silueta de la ciudad. Ambos edificios están situados junto al Baptisterio, donde podremos contemplar las magníficas puertas de bronce de Ghiberti. En la entrada de la Catedral hay una pequeña cripta donde puede verse la tumba de Brunelleschi, descubierta a mediados del siglo XX, y si te sientes con ánimo la subida a la cúpula es emocionante: los 463 escalones de escalones de múltiples tipos y diferentes formas que separan el mirador de la calle sacarán tu lado más aventurero: el último tramo de la subida se realiza casi vertical entre las bóvedas interior y exterior. Después de este esfuerzo, la Cantinetta di Verrazzano, (Vía dei Tavolini, 18) es otro buen lugar para realizar un descanso y degustar sus delicias culinarias. Saliendo de la zona del Duomo, podemos caminar hacia la Galleria della Academia donde se encuentra una de las mejores y más famosas esculturas del mundo: el David de Miguel Ángel.
Pero como no todas las maravillas florentinas se encuentran dentro de los edificios, no hay nada como hacer un paseo, fuera del centro histórico al otro lado del río Arno (Oltrarno) y que abarca San Miniato al Monte, el Palacio Pitti, los Jardines Bóboli y la Capilla Branccacci además de ofrecer una vista insuperable de la ciudad. Desde aquí, el descenso te llevará a uno de los puentes más fotografiados del mundo: el Ponte Vecchio, considerado el puente de piedra más antiguo de Europa y donde aún se mantiene una intensa actividad comercial representada en joyerías y tiendas de artesanía. Ofrece unas vistas inmejorables al atardecer y al amanecer pero, siempre atestado de turistas, la mejor hora para pasearlo es al amanecer. Te sorprenderá.
Cercanas al Ponte Vecchio también encontraremos las calles comerciales más exclusivas. No en vano, Florencia no solo destaca por su arte sino también por su relación con la moda. Lugar de nacimiento de Gucci y sede de otra de las Maisons de moda más importantes del mundo: Ferragamo, al que Florencia rinde homenaje con un Museo del Zapato y que merece también una visita.
En definitiva, por su historia, obras artísticas, edificios y tiendas de moda, por la insuperable cocina toscana o por el simple hecho de ver al David de Miguel Ángel, ningún viajero quedará desencantado con Florencia. Sin embargo, no hay que olvidar que existen otros lugares que merecen una parada en nuestro viaje toscano, empezando por las tierras de la cercana provincia de Siena, la cual ofrece paisajes diferentes como las colinas de viñedos de Chianti, (donde se elabora el aclamado vino del mismo nombre), castillos y también ciudades históricas como la propia ciudad de Siena: construida sobre tres colinas, con una intrincada red de callejuelas empinadas en torno a su plaza más emblemática: la Piazza del Campo que concentra lo mejor de la ciudad como el Palazzo Sansedoni o el Palazzo Piccolomini. No nos podemos marchar sin pasar por Manganelli, una tienda gourmet que ofrece especialidades sienesas como panforte y cantuccini (galletas de almendras mojadas en vino santo).
Continuando viaje, hacia el norte, encontramos la ciudad de Lucca: una de las ciudades medievales mejor conservadas de Toscana donde destaca la Catedral de San Martín, con obras de Tintoretto y la plaza del Mercado, construida sobre un antiguo anfiteatro romano. En los alrededores de la ciudad, se sitúa la Casa-Museo donde nació el gran compositor Giacomo Puccini, el Parque temático de Pinocho y también uno de los más bellos castillos de la Toscana: Villa Torrigiani. Al noreste de Lucca veremos la ciudad de Pisa, con el Campo dei Miracoli formado por el Baptisterio, la cúpula de la Catedral y, por supuesto, la famosa Torre inclinada. Sin embargo, más allá de este conjunto monumental, Pisa tiene mucho más por enseñar paseando por sus calles como edificios renacentistas de ladrillo rosa y lugares como la Piazza dei Cavalieri o el bullicioso Borgo Stretto.
Tras estas visitas parece imposible que aún podamos sorprendernos más y, sin embargo, queda por descubrir una de las ciudades toscanas más bellas: San Gimignano, ciudad amurallada Patrimonio de la Humanidad. Conocida como el Manhattan medieval por la visión que ofrecen sus 13 torres (de las 72 originales que formaban el skyline de la ciudad), la ciudad aún conserva su atmósfera medieval solo rota por la excesiva avalancha de turistas que acuden año tras año atraídos por la belleza del lugar. Lo mejor es ir en invierno o llegar pronto e irnos tarde cuando los rayos de sol se van difuminando y las luces de las farolas iluminan el burgo medieval ofreciéndonos unas vistas muy diferentes. Pero antes de partir, si el tiempo lo permite, hay que probar los magníficos helados de Dondoli y saborear el Vernaccia, el vino blanco de San Gimignano considerado uno de los vinos más prestigiosos de Toscana y cuya producción se realiza desde el siglo XIII.
Quizá ha llegado el momento, a estas alturas del viaje, de cambiar el recorrido medieval por el paisaje de los Alpes Apuanos o descubrir las playas de Toscana: de las doradas de Versilia a las más rocosas de Livorno, encontraremos auténticos paraísos en la costa de Tirreno. Y para los amantes del mar, los deportes acuáticos y la naturaleza en general, nada mejor que explorar las bellezas naturales de islas como Elba, el Giglio o Giannutri. Y aún podrías seguir recorriendo la región y descubrir ciudades tan magníficas como Cortona, Arezzo, Pistoia o Prato, el Valle del Orcia y ciudades como Montalcino y, por supuesto, volver al punto de partida de este viaje, retomar Florencia donde lo dejaste y seguir descubriendo los tesoros que aún puede mostrarte la ciudad.
Texto: Goyi Martín- Albo
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